Nautilus era marinero y la Academia de la Guerra le encargó explorar las
remotas profundidades del Mar del Guardián. Esta expedición lo arrojó
hacia aguas desconocidas donde él y su tripulación encontraron una vasta
sección de un oscuro líquido rezumante que nadie de la tripulación pudo
identificar. Aunque su misión era investigar todo lo nuevo que
encontraran, ninguno de los hombres a bordo se atrevió a desafiar las
tinieblas, salvo Nautilus. Momentos después de que se pusiera el enorme
traje de buzo y saltara sobre la barandilla del barco, algo que acechaba
en el extraño líquido lo agarró. Se agarró al barco, pero la misteriosa
criatura tiró de él con fuerza, zarandeando todo el barco. Los
marineros se asustaron y tomaron una terrible decisión. Mientras
Nautilus miraba y suplicaba ayuda, hicieron que se soltara de la
barandilla. Cayó hacia el líquido mientras se agarraba al ancla con
desesperación vana. Oscuros zarcillos lo rodearon y no pudo hacer más
que contemplar cómo se desvanecía la oscura silueta del barco. Entonces
todo se volvió negro.
Cuando Nautilus se despertó, algo había cambiado en él. La enorme escafandra se le había pegado al cuerpo como una segunda piel, ocultando la horrible verdad que yacía en su interior. Los detalles de su memoria parecían confusos, excepto uno: lo abandonaron a su suerte en las oscuras profundidades. En sus manos sostenía aún el ancla que perteneció a los hombres que lo habían condenado. Aún conmocionado, cogió esa única pista y avanzó con dificultad (pesaba demasiado como para correr o nadar) en busca de respuestas. Deambuló sin rumbo ni sentido en lo que parecía ser un sueño eterno. Para cuando hubo llegado a las orillas de Aguas estancadas, no quedaba rastro del hombre que fue. Ni casa, ni familia, ni vida que retomar. Los aterrorizados marineros a quienes contó su historia lo dirigieron de vuelta a la Academia, pero los invocadores rehusaron facilitarle los nombres de las otras personas a quienes contrataron. Por entonces, Nautilus conocía la existencia de la Liga de Leyendas y vio la oportunidad de descubrir y castigar a los responsables de la pérdida de su vida anterior.
''Consumido en la inmensa oscuridad, nada resta salvo seguir adelante.''
-- Nautilus
Cuando Nautilus se despertó, algo había cambiado en él. La enorme escafandra se le había pegado al cuerpo como una segunda piel, ocultando la horrible verdad que yacía en su interior. Los detalles de su memoria parecían confusos, excepto uno: lo abandonaron a su suerte en las oscuras profundidades. En sus manos sostenía aún el ancla que perteneció a los hombres que lo habían condenado. Aún conmocionado, cogió esa única pista y avanzó con dificultad (pesaba demasiado como para correr o nadar) en busca de respuestas. Deambuló sin rumbo ni sentido en lo que parecía ser un sueño eterno. Para cuando hubo llegado a las orillas de Aguas estancadas, no quedaba rastro del hombre que fue. Ni casa, ni familia, ni vida que retomar. Los aterrorizados marineros a quienes contó su historia lo dirigieron de vuelta a la Academia, pero los invocadores rehusaron facilitarle los nombres de las otras personas a quienes contrataron. Por entonces, Nautilus conocía la existencia de la Liga de Leyendas y vio la oportunidad de descubrir y castigar a los responsables de la pérdida de su vida anterior.
''Consumido en la inmensa oscuridad, nada resta salvo seguir adelante.''
-- Nautilus
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