martes, 7 de febrero de 2017

Historia de Jinx, la bala perdida.

Jinx, una criminal perturbada e impulsiva de Zaun, vive para sembrar el caos sin que le importen las consecuencias. Provoca las explosiones más ruidosas y cegadoras con su arsenal de armas letales para dejar un rastro de terror y destrucción a su paso. Jinx aborrece el aburrimiento y disfruta dejando su peculiar impronta allá donde va.
Nadie sabe exactamente de dónde proviene, pero hay muchas leyendas urbanas e historias sobre su origen. Algunos dicen que era una joven miembro de una banda que se mezcló con la gente equivocada y sufrió un trauma por matar demasiado, padeció demasiado en manos de un enemigo o acabó perdiendo el juicio, sin más, por los vapores del sumidero. Los más veteranos de Zaun recuerdan a una niña que podría encajar en la descripción de Jinx, pero la muchacha de la que hablan está a años luz de quien se convirtió en el azote de Piltover. La niña era dulce e inocente, una manitas con grandes ideas, que nunca llegó a encajar y acabó mal. Algunos hasta insinúan en susurros que ni siquiera es humana, que es algún tipo de espíritu vengador del caos, que ha venido para traer la destrucción a Piltover por los miles que murieron cuando Zaun se hundió en la tierra.
Apareció por primera vez la Noche de las Travesuras, una tradición anual tolerada a duras penas en que los jóvenes de todo Piltover gastan bromas a sus familiares y vecinos. Jinx aprovechó la ocasión para entregarse al primero de sus muchos arrebatos criminales: los puentes quedaron bloqueados por el ganado en estampida de la hacienda del conde Mei, numerosas carreteras se cerraron por las explosiones que las hicieron intransitables y las señales de todas las calles aparecieron fuera de su sitio. Logró sembrar el caos en todas partes, hasta detener la vida en la ciudad. Fue sin duda un buen día.
Los guardianes atribuyeron sus actos a bandas de quimiopunks, arrestaron a decenas de alborotadores conocidos y los mandaron de vuelta a Zaun. A Jinx no le sentó nada bien que otros se hubiesen llevado el mérito de sus maquinaciones, por lo que se aseguró de que la vieran en todos los escenarios del crimen a partir de ese momento. Empezaron a circular informes de una misteriosa zaunita de pelo azul, pero se desechó por ridícula toda mención a sus explosivos tecnoquímicos, un lanzador de proyectiles con boca de tiburón o a una pistola de repetición. Después de todo, ¿cómo podría haberse hecho una quimiopunk zaunita con semejante arsenal?
Las oleadas fueron ganando en intensidad y en delirio hasta que Jinx hizo detonar una serie de explosivos de manera simultánea por toda la ciudad. Innumerables estructuras de arte cívico erigidas por los clanes de Piltover quedaron destruidas por los incendios, que iluminaron el cielo como un terrible espectáculo de pirotecnia hasta el amanecer. Al ser de madrugada, no hubo ningún herido, pero la visión de sus grandes obras reducidas a escombros llenó de ira los corazones de numerosos líderes de clanes.
La oleada criminal de Jinx se prolongó durante semanas, mientras los guardianes observaban impotentes cómo todos sus intentos por detenerla fracasaban. Marcaba los escenarios de sus fechorías con grafitis insultantes y provocaciones dirigidas al más reciente refuerzo de Piltover en la lucha contra el crimen: la agente Vi. Las firmas en rosa brillante revelaron al fin el nombre de la última alborotadora de Piltover: Jinx.
Con cada delito notorio, la leyenda de Jinx no hacía más que crecer, y los ciudadanos de Zaun se dividían entre los que la veían como una heroína por darles su merecido a los gañanes de Piltover y los que la creían una lunática peligrosa que acabaría provocando que los guardianes se ensañasen con la ciudad subterránea. Ese momento se acercó todavía más cuando Jinx saboteó las Puertas del Sol y retrasó el tránsito de los barcos durante varias horas, con la consiguiente pérdida de pingües beneficios para los clanes gobernantes.
Suponía un reto que no podía ser ignorado, pues sabía qué botones apretar para hacer daño: amenazaba el dinero de Piltover. Mancilló las paredes de las Criptas Eclípticas, uno de los bancos más seguros de Piltover, con una caricatura de la agente Vi, junto a la información detallada del momento en que pensaba atracarla.
Una tensa espera se instaló en Piltover y Zaun en las semanas previas a la fecha indicada para el golpe de Jinx. Muchos dudaban que tuviera el coraje de aparecer y se arriesgase a una captura casi cierta. Cuando llegó el día señalado, Vi, Caitlyn y los guardianes extremaron las precauciones y dispusieron una trampa para Jinx en los alrededores del banco. Las campanas de la torre del reloj marcaron la hora, pero no ocurrió nada. Pareciera que Jinx se había acobardado, pero estaba un paso por delante de sus supuestos captores.
A pesar de lo impulsivo en apariencia de sus actos, tenía un plan que llevaba días en marcha. Se había escondido en un arcón de monedas en las torres de la aduana de las Puertas del Sol, y lo había enviado a las criptas dos días antes. Así, ya estaba dentro del lugar, por lo que podía sembrar el caos, dejando sus firmas rosas en las paredes doradas, columpiándose de las lámparas de araña y dejando sorpresas explosivas en todos los depósitos.
Al oír el estruendo, Vi se percató de lo que estaba ocurriendo y entró corriendo al edificio, ignorando la orden de Caitlyn de actuar en equipo. La batalla que libraron, en un tira y afloja de explosiones, hizo pedazos las criptas. Y al fin, Jinx y Vi se enfrentaron en la cámara más segura, en el corazón del banco. Nadie sabe qué ocurrió entre ellas, ya que Vi se había adelantado mucho al resto en su persecución. Con las dos atrapadas juntas bajo tierra, Jinx disparó sus cohetes al techo de la cripta y la estructura entera se vino abajo. Los guardianes de la parte más alta de la cripta consiguieron huir antes de que el edificio sucumbiera, pero Vi quedó atrapada dentro. Solo logró esquivar la muerte ocultándose en el mismo arcón que había empleado Jinx para entrar. Después, se abrió paso entre las ruinas a puñetazos, preguntándose por un momento si Jinx estaría muerta en algún lugar de las ruinas, pero solo alcanzó a ver una última firma sobre los escombros: una provocación final que retaba a Vi a atraparla. No se encontró ni rastro del torbellino peliazul, y, para ahondar en la herida, no faltaba ni una sola moneda de las criptas.
Hoy Jinx sigue todavía libre, y es un constante dolor de muelas para Piltover. Sus actos han creado escuela entre las bandas de quimiopunks de Zaun y han inspirado numerosas obras satíricas, refranes y chascarrillos en ambas ciudades. Su intención final (o el origen de su obsesión aparente con Vi) sigue siendo un misterio, pero hay una cosa clara: sus delitos, lejos de cesar, no dejan de crecer en osadía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario