Jinx,
una criminal perturbada e impulsiva de Zaun, vive para sembrar el caos
sin que le importen las consecuencias. Provoca las explosiones más
ruidosas y cegadoras con su arsenal de armas letales para dejar un
rastro de terror y destrucción a su paso. Jinx aborrece el aburrimiento y
disfruta dejando su peculiar impronta allá donde va.
Nadie sabe
exactamente de dónde proviene, pero hay muchas leyendas urbanas e
historias sobre su origen. Algunos dicen que era una joven miembro de
una banda que se mezcló con la gente equivocada y sufrió un trauma por
matar demasiado, padeció demasiado en manos de un enemigo o acabó
perdiendo el juicio, sin más, por los vapores del sumidero. Los más
veteranos de Zaun recuerdan a una niña que podría encajar en la
descripción de Jinx, pero la muchacha de la que hablan está a años luz
de quien se convirtió en el azote de Piltover. La niña era dulce e
inocente, una manitas con grandes ideas, que nunca llegó a encajar y
acabó mal. Algunos hasta insinúan en susurros que ni siquiera es humana,
que es algún tipo de espíritu vengador del caos, que ha venido para
traer la destrucción a Piltover por los miles que murieron cuando Zaun
se hundió en la tierra.
Apareció por primera vez la Noche de las
Travesuras, una tradición anual tolerada a duras penas en que los
jóvenes de todo Piltover gastan bromas a sus familiares y vecinos. Jinx
aprovechó la ocasión para entregarse al primero de sus muchos arrebatos
criminales: los puentes quedaron bloqueados por el ganado en estampida
de la hacienda del conde Mei, numerosas carreteras se cerraron por las
explosiones que las hicieron intransitables y las señales de todas las
calles aparecieron fuera de su sitio. Logró sembrar el caos en todas
partes, hasta detener la vida en la ciudad. Fue sin duda un buen día.
Los
guardianes atribuyeron sus actos a bandas de quimiopunks, arrestaron a
decenas de alborotadores conocidos y los mandaron de vuelta a Zaun. A
Jinx no le sentó nada bien que otros se hubiesen llevado el mérito de
sus maquinaciones, por lo que se aseguró de que la vieran en todos los
escenarios del crimen a partir de ese momento. Empezaron a circular
informes de una misteriosa zaunita de pelo azul, pero se desechó por
ridícula toda mención a sus explosivos tecnoquímicos, un lanzador de
proyectiles con boca de tiburón o a una pistola de repetición. Después
de todo, ¿cómo podría haberse hecho una quimiopunk zaunita con semejante
arsenal?
Las oleadas fueron ganando en intensidad y en delirio
hasta que Jinx hizo detonar una serie de explosivos de manera simultánea
por toda la ciudad. Innumerables estructuras de arte cívico erigidas
por los clanes de Piltover quedaron destruidas por los incendios, que
iluminaron el cielo como un terrible espectáculo de pirotecnia hasta el
amanecer. Al ser de madrugada, no hubo ningún herido, pero la visión de
sus grandes obras reducidas a escombros llenó de ira los corazones de
numerosos líderes de clanes.
La oleada criminal de Jinx se
prolongó durante semanas, mientras los guardianes observaban impotentes
cómo todos sus intentos por detenerla fracasaban. Marcaba los escenarios
de sus fechorías con grafitis insultantes y provocaciones dirigidas al
más reciente refuerzo de Piltover en la lucha contra el crimen: la
agente Vi. Las firmas en rosa brillante revelaron al fin el nombre de la
última alborotadora de Piltover: Jinx.
Con cada delito notorio,
la leyenda de Jinx no hacía más que crecer, y los ciudadanos de Zaun se
dividían entre los que la veían como una heroína por darles su merecido a
los gañanes de Piltover y los que la creían una lunática peligrosa que
acabaría provocando que los guardianes se ensañasen con la ciudad
subterránea. Ese momento se acercó todavía más cuando Jinx saboteó las
Puertas del Sol y retrasó el tránsito de los barcos durante varias
horas, con la consiguiente pérdida de pingües beneficios para los clanes
gobernantes.
Suponía un reto que no podía ser ignorado, pues
sabía qué botones apretar para hacer daño: amenazaba el dinero de
Piltover. Mancilló las paredes de las Criptas Eclípticas, uno de los
bancos más seguros de Piltover, con una caricatura de la agente Vi,
junto a la información detallada del momento en que pensaba atracarla.
Una
tensa espera se instaló en Piltover y Zaun en las semanas previas a la
fecha indicada para el golpe de Jinx. Muchos dudaban que tuviera el
coraje de aparecer y se arriesgase a una captura casi cierta. Cuando
llegó el día señalado, Vi, Caitlyn y los guardianes extremaron las
precauciones y dispusieron una trampa para Jinx en los alrededores del
banco. Las campanas de la torre del reloj marcaron la hora, pero no
ocurrió nada. Pareciera que Jinx se había acobardado, pero estaba un
paso por delante de sus supuestos captores.
A pesar de lo
impulsivo en apariencia de sus actos, tenía un plan que llevaba días en
marcha. Se había escondido en un arcón de monedas en las torres de la
aduana de las Puertas del Sol, y lo había enviado a las criptas dos días
antes. Así, ya estaba dentro del lugar, por lo que podía sembrar el
caos, dejando sus firmas rosas en las paredes doradas, columpiándose de
las lámparas de araña y dejando sorpresas explosivas en todos los
depósitos.
Al oír el estruendo, Vi se percató de lo que estaba
ocurriendo y entró corriendo al edificio, ignorando la orden de Caitlyn
de actuar en equipo. La batalla que libraron, en un tira y afloja de
explosiones, hizo pedazos las criptas. Y al fin, Jinx y Vi se
enfrentaron en la cámara más segura, en el corazón del banco. Nadie sabe
qué ocurrió entre ellas, ya que Vi se había adelantado mucho al resto
en su persecución. Con las dos atrapadas juntas bajo tierra, Jinx
disparó sus cohetes al techo de la cripta y la estructura entera se vino
abajo. Los guardianes de la parte más alta de la cripta consiguieron
huir antes de que el edificio sucumbiera, pero Vi quedó atrapada dentro.
Solo logró esquivar la muerte ocultándose en el mismo arcón que había
empleado Jinx para entrar. Después, se abrió paso entre las ruinas a
puñetazos, preguntándose por un momento si Jinx estaría muerta en algún
lugar de las ruinas, pero solo alcanzó a ver una última firma sobre los
escombros: una provocación final que retaba a Vi a atraparla. No se
encontró ni rastro del torbellino peliazul, y, para ahondar en la
herida, no faltaba ni una sola moneda de las criptas.
Hoy Jinx
sigue todavía libre, y es un constante dolor de muelas para Piltover.
Sus actos han creado escuela entre las bandas de quimiopunks de Zaun y
han inspirado numerosas obras satíricas, refranes y chascarrillos en
ambas ciudades. Su intención final (o el origen de su obsesión aparente
con Vi) sigue siendo un misterio, pero hay una cosa clara: sus delitos,
lejos de cesar, no dejan de crecer en osadía.
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